jueves, 11 de enero de 2007

Sobre la obra de Juan Pablo Ferlat

Introducción. Lo que quedó.

Entender la obra de Ferlat es bucear en la profundidad de una materia que no se deja encasillar y clasificar en los cánones preestablecidos. Así, si uno quiere realizar la experiencia no deberá buscar el río, sino buscar la vertiente de ese río y ver que de esa misma fuente, otros hilos de agua corren en otras direcciones. La obra de Ferlat representa uno de esos canales olvidados por donde circulan energías alternativas.

La revelación artística, tan apreciada, tan buscada, surge del retiro; de la experiencia de salirse de, de alejarse de eso otro que nubla, para llegar a la transmutación de una forma de trabajar.

La catársis aparece como un portal de acceso a otro orden de realidad. Un acto por el cual el hombre recupera su esencia arcaica, rupestre y prehistórica. Recuperando el empleo mágico-ancestral de las materias. Objetos y materia devienen jeroglíficos que hacen visibles sentidos espirituales encerrados en ellos, en donde no hay separación posible entre el objeto y sus efectos que se manifiestan en sus dimensiones espirituales, hasta el punto de cifrar en ellos un poder terapéutico. El eslabón que une la espiritualidad de la materia y la curación personal, es la concepción chamánica de la realidad. En donde todos los objetos desprenden energía y pueden cumplir un papel en la obra. El dibujo aparece como un ritual de sanación, y aceptar la propia herida deviene en experiencia reveladora, y artística.

El testimonio. Los dibujos.

El dibujo es pensamiento plasmado en metáforas visuales cuya función consiste en representar y reconciliar los puntos de separación entre el hombre y la naturaleza. Pero el estrato por donde circula ese pensamiento existe mas allá del individuo que concreta la obra, moviéndose en un grado mayor de despersonalización el autor es ante todo testigo de un acontecimiento que lo excede, en donde la experiencia demuestra que su cuerpo, sus manos, sus emanaciones, son sólo vehículo de energías en comunión con el todo.

El color de la materia. El color de la energía.

Los colores trabajados en estos dibujos son parte intrínseca de la materia utilizada. No son colores sino sustancias plásticas tanto de origen orgánico como mineral. El criterio para elegir las sustancias plásticas, de porque se elige este material, este otro, responde a un parámetro estético que parte del contacto con la materia en el rito de la sanación –cuyo desenlace es el hecho artístico.

Cada materia posee su propio color, a su vez este se modifica con el tiempo. Como todo ciclo vital los colores naturales nacen se concentran y se oxidan, dejando como rastro una vibración cromática particular que muestra cual es su posición en el ciclo vital y su relación con la vida. La naturaleza de estos dibujos esta en estado de cambio, se producen constantes operaciones, reacciones químicas, fermentaciones, cambios de color, todo esta en movimiento, nada es inmutable ni definitivo.

Sustancia de desinfección. Sustancia de cicatrización.

Todos los colores utilizados están desarrollados a partir de una solución a base de Cloroxilenol concentrado, un antiséptico médico utilizado para desinfectantar heridas. Esta solución es utilizada como médium a la que le agrega pigmentos naturales provenientes de flores, rocas y minerales. El Cloroxilenol se oxida al contacto con el aire generando tonos cromáticos en resonancia con la antigua concepción humoral del funcionamiento del propio cuerpo. También se ha utilizado oxido de zinc, polvo cicatrizante, que junto con el Cloroxilenol genera la sustancia escultórica base.

Sanación como hecho artístico. Hecho artístico como sanación.

La vida urbana inflinge una herida en el espíritu del hombre. Lo destierra de su alma. Genera una interferencia con su esencia animal-no racional y en comunión con el ambiente que lo rodea. El hombre como cualquier animal se encuentra desorientado en la ciudad. El hombre urbano es un hombre acelerado imposibilitado de seguir el ritmo natural de su desarrollo, se ve empujado a seguir un ritmo que lo lastima. El hombre necesita ser sanado, necesita reclamar sus genuinas capacidades creativas, necesita desarrollar su libertad en armonía con la naturaleza.

Pero para eso primero tiene que curar su herida, necesita desinfectar su herida y ayudarla a cicatrizar.

Necesita entrar en armonía con el lugar donde habita, armonía que florece en energía creadora. El hecho artístico pasa a ser un rito de sanación, en donde el hombre descubre su relación con la tierra, los animales y las plantas como inevitable y perfecta.

No hay comentarios: