sábado, 20 de enero de 2007

Juárez (II)

Primero pensé en agregar un simple comentario en Saguiario. Quise postearlo acá en Último Útero porque es mi manera de defenderme. Cómo puede ser? Cómo es que puede ser? Porque las soluciones se necesitan ahora, hoy. No cuando el Norte lo ordene.
No investigueta bizarra mediante, no necro-censo absurdo previo, no corruptela cómica que hace olvidar. Ciudad Juárez es el ejemplo de varias cosas.
En primer lugar es una buena razón para replantearse qué es Méjico como país, como nación, no sé... como algo. Porque cuando estuve allá lo ví muy claro. Las mujeres están rebajadas, muy denigradas. Está socialmente aceptado. Cuando trabajaba en el restaurant del hotel Villa Belmar en Puerto Escondido, una noche llegó al hotel uno de los empleados del hotel que laburaba, creo, en la lavandería. El tipo venía asustado, muy borracho. La había cagado a palos a su mujer. El dueño del hotel, un verdadero angel del infierno, ex-diputado con poder, convenció a la policía cuando lo fue a buscar de que se dejaran de joder. Resulta que este golpeador era su mancebo, su protegido. Este episodio -y otros no menos desagradables- me hicieron renunciar a los pocos días.
C. Juárez es el índice más claro de algo que hace un ruido difícil de no oir, y que muchos -aquellos que no son boludos, que se dan cuenta- prefieren no escuchar. Detrás de la muerte de cada mujer, sí es verdad, una causa, una investigueta. Pero también el poder destrucctivo de un negocio basado en la puta hipocresía de un estado esquizofrénico, que es el gobierno de Estados Unidos, que contagia su enfermedad a fuerza de intimidación a quienes ya vendieron su alma al capitalismo.

No hay comentarios: