jueves, 11 de enero de 2007

Pantanos buenos aires

Cerraba la puerta

sin poder ver

sabiendo que debía

huir de ahí

de las flores de la muerte

del miedo de la muerte

sin poder

fijar mi vista.

Cuando caminaba

flotaba en el pantano

el perímetro era extenso y mis ojos

no me respondían.

Mis deseos cada vez mas incontrolables:

el amor a los cadáveres,

los recuerdos prohibidos

el peligro inminente:

esa fina capa de cristal

por la cual

nadie se da cuenta

de lo que estaba pasando.

Todo confluía

en el río de la noche;

la luna se reía

los pequeños escalofríos

cada vez mas intermitentes

eran ahora

un solo y gran escalofrío.

Decidí caminar

hasta no poder

caminar mas.

Los árboles del pantano me escupían

gotas microscópicas

que el viento

arrojaba a mi cara

a mis labios.

Mis carnosos

labios ardían de dolor.

Ya casi no veía.

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