Cerraba la puerta
sin poder ver
sabiendo que debía
huir de ahí
de las flores de la muerte
del miedo de la muerte
sin poder
fijar mi vista.
Cuando caminaba
flotaba en el pantano
el perímetro era extenso y mis ojos
no me respondían.
Mis deseos cada vez mas incontrolables:
el amor a los cadáveres,
los recuerdos prohibidos
el peligro inminente:
esa fina capa de cristal
por la cual
nadie se da cuenta
de lo que estaba pasando.
Todo confluía
en el río de la noche;
la luna se reía
los pequeños escalofríos
cada vez mas intermitentes
eran ahora
un solo y gran escalofrío.
Decidí caminar
hasta no poder
caminar mas.
Los árboles del pantano me escupían
gotas microscópicas
que el viento
arrojaba a mi cara
a mis labios.
Mis carnosos
labios ardían de dolor.
Ya casi no veía.
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