martes, 30 de enero de 2007
Wirikuta (III)
Salgo a caminar después de hacer base. Sólo miro el suelo, camino con mucha conciencia en cada paso, en cada respiración. Mis pies obedecen a pesar del trato; ya siento la presencia del venado. Quiero encontrarlo pero no aparece. "No hay peyote" digo en voz alta. Por un momento me parece que es todo una estupidez y un peligro. Encuentro una roca para sentarme, y pienso en volver. Rápido, me levanto como con miedo de perder la poca esperanza que sobrevive. Retomo la búsqueda, retomo la persecusión. Suenan las cigarras en el desierto, a lo lejos se ven las sierras, el sol ya declinó un poco, quién busca a quién?
Me enjuago el sudor de la frente con el pañuelo celeste, y me pongo en cuclillas. Adelante mío tengo un peyote violeta. Lo toco emocionado, su textura es animal, su cuerpo carnoso y frío, a pesar del calor, la fuerza mineral. Me hecho a su lado, mi cabeza junto al peyote. Desde esta perspectiva el cielo se ha tornado un espacio terapéutico. Todavía queda un larga tarde pienso y sonrío, el corazón está latiendo fuerte hace un rato.
Giro sobre mi eje. Estoy mirando al peyote púrpura, a tres centímetros de mis ojos, hace un rato largo. No lo pienso tres veces: le arranco un pedazo de un mordisco. El sabor me agrede. Se desata una pelea. Tiro otra mordida, mastico, arcadas, trago. Me levanto y elevo mis brazos al cielo, grito. De vuelta acuclillado, con una herramienta improvisada de madera logro extirpar de la tierra el resto del venado. Queda la raiz, previa curación y desinfección de la herida.
Hikuri, Hikuri, Hikuri. El viento que baila en el desierto y el venado que aguarda detrás de los nopales. Hikuri, Hikuri, Hikuri, llegó el momento, se acabó la actuación, los que esten preparados que se arrojen a la inmensidad del abismo. Envuelvo el cuerpo en el pañuelo, y sigo caminando. Una vibración de adentro del estómago, y el venado que se esconde detrás de los nopales. Encuentro más peyotes. Tomo dos más tranquilo, la tierra me los dá. El mismo procedimiento, y los envuelvo en el pañuelo. Camino un poco más, ahora estoy arriba de la colina de Dios. Desde acá hacia afuera, desde acá hacia la inmensidad. Siento un dolor raro en las piernas, y comienzo a regresar al árbol donde dejé la mochila. Las cigarras preparan el canto del ascenso y siento el cuello quebrarse de placer.
Ya bajo el árbol, recuento el botín. Dos peyotes y medio. Termino de comer el primero, ese violeta que me encontró perdido en el desierto. Tomo un trago de agua. Empiezo con el segundo, de a poco, de a pedazos. Destino un gajo a mis articulaciones, fricciones articulares, con la carne del venado. Así lo hacen los huicholes, solo que lo dejan macerar en alcohol. Ahora siento mis tobillos y las rodillas aliviarse. Empiezo con el tercero. Antes del segundo bocado, se me cierran los ojos y me caigo. Al abrirlos me descubro apoyado contra el tronco del árbol. Mis piernas están temblando. A los lejós un pastor a caballo se pasea con su rebaño de cabras negras por el desierto, me sonríe desdentado. Cierro los ojos. Sólo veo serpientes monstruosas reptando por un espacio caleidoscopal. Tengo que vomitar, abro los ojos me reclino a un costado, devuelvo.
Abro los ojos. El pastor de cabras no está, quizás nunca estuvo. Mis piernas dejaron de temblar. Cierro mis ojos. Y siento a Hikuri lamiéndome la mano. Es la sensación más fuerte que he tenido en mi vida. Veo calaveras a través de mis párpados, son calaveras buenas, calaveras que ríen el absurdo. Un venado me agradece lamiéndome la palma de la mano. Casi no puedo moverme. Siento esa sensación, ahora corriéndo por todo mi antebrazo, siento a Hikuri en mi hombro y en mi cuello. Se aloja en mi cara. El venado se metió dentro de mi cuerpo y ahora lo tengo en mi mandíbula.
Me levanto. Tengo la fuerza que nunca tuve.
sábado, 27 de enero de 2007
Cuando Ker pasa.
Un sonido en la puerta. Nervios (me acuerdo de que alguien me quiere matar). Salgo. Es mi vecina María, de 80 años. "María se murió" me dijo. La miré a los ojos.
Por un momento crucé el espacio. Abrí los ojos. "Cómo?" inquirí, estupefacto. "La vecina de acá enfrente, se murió anoche" expresó en ese tono tan españolísimo pero aportuguesado en gallego. La otrá María, pensé para mis adentros. También gallega, como ese ser que me habla desde su camisón. El mismo tipo de camisón que usaba mi abuela cuando ya el cáncer la estaba descontando, ahí en Arenales -todavía me acuerdo el teléfono de memoria. María se fué. Marchó. Cada vez que la veía y me saludaba la energía se sublimaba en ese cuerpo marchito, más cercano al fin que al comienzo, tanta tristeza, en un momento se tuvo que ir. Después del diálogo obligado, después del intercambio mínimo siento, estoy sintiendo, la fuerza de la muerte a través mío.
Ayer: la imagentología de la certeza del núcleo de negatividad; el pronóstico que uno no quiere oir. En la demanda espontánea del hospital, la médica traumatóloga me dice que esa anomalía no se opera. "La voy a tener para siempre?" atiné a preguntar, "sí" dijo, seca, cortante. "El dolor también? pregunté. "Si, vas a tener que hacer estiramientos de por vida" fue la respuesta, con ese especie de nudo en la parte alta de la garganta; estuve leyendo algunos papers de medicina cubana. Ahí te la sacan con cirugía, rehab, y se solucióna. Será así?
Salgo del hospital. Hace tanto tiempo que no llueve tanto. La calle, la vereda: un río. Mis sandalias se mojan, algunos objetos navegan corriente abajo. La gente no sale del hospital, no se quieren mojar. Es natural. A mi no me importa y me mojo caminanado a buscar la bici de Joaks.
Suena el teléfono. "Escuchame, flaco..." me dice el psicópata. Intento no darle importancia, corto. Las gatas saltan desde la terraza al techo de vidrio armado de la cocina. Cada vez que aterrizan el ruido del aterrizaje -un sonido fuerte, corto- me pone alerta. Llama de vuelta. "Hola" digo. "No cortes" me dice. "Sé dónde vivís" sigue. Me da la dirección como la respuesta de un exámen oral: precisa, sin más... no llega a terminar, corto. Desconecto el teléfono. Mi frente esta sudada, no sé si es porque estoy nervioso o porque apagué el turbo hace un rato. Un mosquito me pica el tobillo derecho, es el segundo. No hago nada.
viernes, 26 de enero de 2007
Una buena noticia.
Se ha realizado una resonancia magnética de la columna lumbosacra en cortes multiplanares.
El exámen realizado muestra:
Degenaración y herniación posterolateral derecha del 5to disco lumbar. La hernia toma contacto con la cara anterior del saco dural y desplaza hacia atrás a la raiz nerfviosa de S1 en el receso lateral.
Atte. Dr. Alejandro José Rasumoff.
M.N. 72594
miércoles, 24 de enero de 2007
Todavía no...
Hace tres años y tres semanas que... Quizás algún día deje de ser obsesivo y encuentre paz. Falta mucho placer para sacar conclusiones. Me gustan mucho las nueces.
Las lunas necesitan los planetas, pero los planetas también necesitan lunas. El agua me desea, pero las mareas están cambiando.
La implosión de la estrella. El golpe mortal en la cabeza, fue un accidente. La madre que no.
La trigonometría de los sentimientos en el horizonte crepuscular.
sábado, 20 de enero de 2007
Juárez (II)
No investigueta bizarra mediante, no necro-censo absurdo previo, no corruptela cómica que hace olvidar. Ciudad Juárez es el ejemplo de varias cosas.
En primer lugar es una buena razón para replantearse qué es Méjico como país, como nación, no sé... como algo. Porque cuando estuve allá lo ví muy claro. Las mujeres están rebajadas, muy denigradas. Está socialmente aceptado. Cuando trabajaba en el restaurant del hotel Villa Belmar en Puerto Escondido, una noche llegó al hotel uno de los empleados del hotel que laburaba, creo, en la lavandería. El tipo venía asustado, muy borracho. La había cagado a palos a su mujer. El dueño del hotel, un verdadero angel del infierno, ex-diputado con poder, convenció a la policía cuando lo fue a buscar de que se dejaran de joder. Resulta que este golpeador era su mancebo, su protegido. Este episodio -y otros no menos desagradables- me hicieron renunciar a los pocos días.
C. Juárez es el índice más claro de algo que hace un ruido difícil de no oir, y que muchos -aquellos que no son boludos, que se dan cuenta- prefieren no escuchar. Detrás de la muerte de cada mujer, sí es verdad, una causa, una investigueta. Pero también el poder destrucctivo de un negocio basado en la puta hipocresía de un estado esquizofrénico, que es el gobierno de Estados Unidos, que contagia su enfermedad a fuerza de intimidación a quienes ya vendieron su alma al capitalismo.
miércoles, 17 de enero de 2007
work in progress
¿contestar?
No lugar.
que mueren
en turbinas
¿nadie las puede salvar?
N a v e s
que cortan
el espacio,
hoy estoy perdido
de vuelta
en el
aeropuerto.
lunes, 15 de enero de 2007
Wirikuta (II)
El hilo de agua me encontró con un pastor. Su mirada bajo sombero deshecho me examinaba. Me miró y sonrió: "¿Hikuri?"preguntó. "Sí", fue mi respuesta. Hacía tres días que comía muy poco, el régimen otorgaba más intencionalidad a las palabras. El hombre me dijo fue que no comiera los peyotes que estaban de a varios, en familia. Sólo, los que crecían aislados. Que no los corte con metal, que deje la raiz y los cure con mi saliva. Eso ya lo sabía, un peyote tarda más de veinte años en crecer para llegar a su adultez, por lo menos dejando la raiz crece más rápido. Por último me señaló una colina, "¿allá crece?" le pregunté. Está en todas partes, pero allá le gusta más. Eso fué lo último que me dijo.
El altar del valle de la creación, pensé, la colina de los sueños, un lugar que no podía existir pero ahí estaba a pocos kilómetros de mis ojos. Cargué agua, descansé un poco, devoré los duraznos tibios que me quedaban. Ya era mediodía hacía rato, y parecía que sería el mediodía más largo de mi vida, un eterno mediodía . Seguí caminando. Al pie de la colina había una pequeña laguna casi extinta en cuya agua barrosa nadaban seres diminutos. Cada tanto llegaba algún que otro animal a abrevar en el estanque. A pocos metros crecían dos árboles pequeños que daban sombra. Dejé la mochila bajo un árbol y salí a buscarlo, el venado andaba cerca.
Lejos y cerca.
domingo, 14 de enero de 2007
Wirikuta (I)
Cuando llegué a Estación de Catorce, y los sicarios me ofrecían sus vehículos a dinosaurio, supe que en esta nueva peregrinación iba a estar sólo. De comienzo a fin. Porque los que me podían mostrar la via regia, estaban camuflados, escondidos. Los sicarios, detrás de sus raybans me miraban y sonreían. Todo gringo que llega a Wirikuta, para cazar peyote, acude a los sicarios que lastiman los peyotes con metal o los roban para venderlos y así subsistir en un mundo de tristeza y desolación, Umheimlichwelt.
El desierto casi rodea Estación de Catorce. Pero, el peyote solo se deja ver por algunas partes de Wirikuta. Ya estaba alta la luna y decidí ir a la plaza del pueblo. Tres chicos de no más de catorce años, sentados en un banco charlaban. Cuando me acerqué se callaron. En ese momento supe que ellos eran la llave de la puerta que buscaba. Nos reímos juntos, hasta que sin preguntarles salió el tema. Ya hacía tiempo que habían comido peyote. Ellos me contaron de Hikuri, me dijeron donde dormir, a qué hora salir, en qué dirección caminar. Donde descansar. Donde doblar. Cual era el lugar. Como cortar, cuanto ingerir. Para ellos era un juego. Agradecí tanto el contacto a través de esos chicos, había en ellos algo irresistible. Los tres tenían una expresión similar, como muy respetuosa hacia mí; les parecía raro que un güero se meta sólo al desierto a buscar a Hikuri.
Esa noche dormí en el rancho de una Ñora, sobre un colchón de lana apelmazada, tapado con unas mantas viejas. El frío me avisó que ya estaba en el desierto. La luna se trasladaba por el espacio de la entrada del cuarto que no tenía puerta, y sólo recién cuando desapareció pude dormirme.
sábado, 13 de enero de 2007
Brasil
El escarabajo fuego
desciende sobre mi mano.
Un ave grita y
se pierde en el cielo.
El mar se ve tenso,
en cada escarceo
un verde-sol,
en cada verde-sol
una vibración.
jueves, 11 de enero de 2007
San José del Pacífico
El camión me llevó
por una carretera-serpiente
a otro mundo.
Llovía en las montañas
subí buscando, trepando.
El pueblo del opio
me recibió
y me regaló
olor a resina de pino
chocolate, canela.
Casí olvidé
mi desolación.
Corte unas flores,
caminé por los últimos senderos
lloré a la madrugada
y me fui.
Pantanos buenos aires
Cerraba la puerta
sin poder ver
sabiendo que debía
huir de ahí
de las flores de la muerte
del miedo de la muerte
sin poder
fijar mi vista.
Cuando caminaba
flotaba en el pantano
el perímetro era extenso y mis ojos
no me respondían.
Mis deseos cada vez mas incontrolables:
el amor a los cadáveres,
los recuerdos prohibidos
el peligro inminente:
esa fina capa de cristal
por la cual
nadie se da cuenta
de lo que estaba pasando.
Todo confluía
en el río de la noche;
la luna se reía
los pequeños escalofríos
cada vez mas intermitentes
eran ahora
un solo y gran escalofrío.
Decidí caminar
hasta no poder
caminar mas.
Los árboles del pantano me escupían
gotas microscópicas
que el viento
arrojaba a mi cara
a mis labios.
Mis carnosos
labios ardían de dolor.
Ya casi no veía.
Sobre la obra de Juan Pablo Ferlat
Introducción. Lo que quedó.
Entender la obra de Ferlat es bucear en la profundidad de una materia que no se deja encasillar y clasificar en los cánones preestablecidos. Así, si uno quiere realizar la experiencia no deberá buscar el río, sino buscar la vertiente de ese río y ver que de esa misma fuente, otros hilos de agua corren en otras direcciones. La obra de Ferlat representa uno de esos canales olvidados por donde circulan energías alternativas.
La revelación artística, tan apreciada, tan buscada, surge del retiro; de la experiencia de salirse de, de alejarse de eso otro que nubla, para llegar a la transmutación de una forma de trabajar.
La catársis aparece como un portal de acceso a otro orden de realidad. Un acto por el cual el hombre recupera su esencia arcaica, rupestre y prehistórica. Recuperando el empleo mágico-ancestral de las materias. Objetos y materia devienen jeroglíficos que hacen visibles sentidos espirituales encerrados en ellos, en donde no hay separación posible entre el objeto y sus efectos que se manifiestan en sus dimensiones espirituales, hasta el punto de cifrar en ellos un poder terapéutico. El eslabón que une la espiritualidad de la materia y la curación personal, es la concepción chamánica de la realidad. En donde todos los objetos desprenden energía y pueden cumplir un papel en la obra. El dibujo aparece como un ritual de sanación, y aceptar la propia herida deviene en experiencia reveladora, y artística.
El testimonio. Los dibujos.
El dibujo es pensamiento plasmado en metáforas visuales cuya función consiste en representar y reconciliar los puntos de separación entre el hombre y la naturaleza. Pero el estrato por donde circula ese pensamiento existe mas allá del individuo que concreta la obra, moviéndose en un grado mayor de despersonalización el autor es ante todo testigo de un acontecimiento que lo excede, en donde la experiencia demuestra que su cuerpo, sus manos, sus emanaciones, son sólo vehículo de energías en comunión con el todo.
El color de la materia. El color de la energía.
Los colores trabajados en estos dibujos son parte intrínseca de la materia utilizada. No son colores sino sustancias plásticas tanto de origen orgánico como mineral. El criterio para elegir las sustancias plásticas, de porque se elige este material, este otro, responde a un parámetro estético que parte del contacto con la materia en el rito de la sanación –cuyo desenlace es el hecho artístico.
Cada materia posee su propio color, a su vez este se modifica con el tiempo. Como todo ciclo vital los colores naturales nacen se concentran y se oxidan, dejando como rastro una vibración cromática particular que muestra cual es su posición en el ciclo vital y su relación con la vida. La naturaleza de estos dibujos esta en estado de cambio, se producen constantes operaciones, reacciones químicas, fermentaciones, cambios de color, todo esta en movimiento, nada es inmutable ni definitivo.
Sustancia de desinfección. Sustancia de cicatrización.
Todos los colores utilizados están desarrollados a partir de una solución a base de Cloroxilenol concentrado, un antiséptico médico utilizado para desinfectantar heridas. Esta solución es utilizada como médium a la que le agrega pigmentos naturales provenientes de flores, rocas y minerales. El Cloroxilenol se oxida al contacto con el aire generando tonos cromáticos en resonancia con la antigua concepción humoral del funcionamiento del propio cuerpo. También se ha utilizado oxido de zinc, polvo cicatrizante, que junto con el Cloroxilenol genera la sustancia escultórica base.
Sanación como hecho artístico. Hecho artístico como sanación.
La vida urbana inflinge una herida en el espíritu del hombre. Lo destierra de su alma. Genera una interferencia con su esencia animal-no racional y en comunión con el ambiente que lo rodea. El hombre como cualquier animal se encuentra desorientado en la ciudad. El hombre urbano es un hombre acelerado imposibilitado de seguir el ritmo natural de su desarrollo, se ve empujado a seguir un ritmo que lo lastima. El hombre necesita ser sanado, necesita reclamar sus genuinas capacidades creativas, necesita desarrollar su libertad en armonía con la naturaleza.
Pero para eso primero tiene que curar su herida, necesita desinfectar su herida y ayudarla a cicatrizar.
Necesita entrar en armonía con el lugar donde habita, armonía que florece en energía creadora. El hecho artístico pasa a ser un rito de sanación, en donde el hombre descubre su relación con la tierra, los animales y las plantas como inevitable y perfecta.
miércoles, 10 de enero de 2007
Que tiempos aquellos, en los que compartíamos el mismo cuerpo Diana, primera matriz de mi existencia. Aunque la magia se haya ido deshaciendo.
Desde el momento de la concepción... cuantas cosas vivimos juntos, hystera. Tuve conciencia de tus latidos antes que de los míos; claro que no era exactamente conciencia. He recordado esos momentos de mi propio génesis en trance extático, buceando en los recuerdos, intentando sin exito el retorno. Psiconauta de la desesperación que soy. Que somos.
No me importa cuanto quieras cambiar. O que no quieras cambiar. Te conservo como ese primer motor que sigue estando. No me importa la neurosis que nubla ese sol que hace tanto, pero no tanto, fue nuestro. Que latía de a poco, y compartíamos. ¿Hubo algún momento mejor para los dos?.
El resto, se disipa porque poco importa... pero sigue estando.
Feliz cumple Mamá, gracias por darme la vida.
lunes, 8 de enero de 2007
Lunes de la transformación.
Ya exploté en el océano, civitas dei. El tiempo no es malo. Parece que está húmedo, como queriendo llover pero no. Sopla una brisa a treinta metros. Dónde están las golondrinas?. Desde que volví que no las veo. Se habrán ido en mi ausencia?.
domingo, 7 de enero de 2007
Desde los últimos confines de las vías ováricas. Para la metropoli, que tanto nos ama.
Esto es de Trópico de Capricornio, de Henry Miller. Estoy con la traducción de Cátedra, que no es del todo mala (pero sabemos a que nos tenemos que atener). Esta muy bueno, buen ritmo. Un engendro total. Anti-todo. Increíble, quizás demasiado buena (experimental, pero acertado). Ese fluir de la escritura, es el mismo que recuerda al Kerouac de On the road y lo anticipa. Pero en sus tonalidades más filosóficas es en donde se ve todavía opaca esa línea. El manejo del espacio en Kerouac, esa sensación norteamericana de "salir a cazar ballenas", como en Melville, que aparece reflejada también en Dead Man de Jim Jarmusch cuando Johnny Deep -que en la ficción hace a un burgués homónimo de William Blake, y es brillante- cruzando hacia el oeste por esa línea de fuga que era el ferrocarril en ese momento, se asusta y despierta al escuchar los tiros de los demás pasajeros disparándo por las ventanas del tren en movimiento a los búfalos; animales hoy extintos. De hecho, Miller en un pasaje habla usando la imagen de los búfalos de la misma manera que Jarmusch en esa película incréible que es "Dead man"(y por la cual no todo está perdido con Norteamérica).
"En un momento todo está claro para mí, está claro que en esta lógica no hay redención, pues la propia ciudad es la forma suprema de locura y todas y cada una de las partes, órganicas o inorgánicas, expresión de esa misma locura"
"Antes de volver a ser un hombre, probablemente existiré como parque, una especie de parque natural al que la gente vaya a descansar, a pasar el rato. Lo que digan o hagan poco importará, pues sólo traerán su fátiga, su aburrimiento, su desesperanza. "
"Estaba dividido en ayeres infinitos, mañanas interminables, descansando en la cúspide del suceso, una pared con muchas ventanas, pero la casa había desaparecido. Debo destrozar las paredes y las ventanas, el último caparazón del cuerpo perdido, si quiero incorporarme al presente. Por eso no miro ya a los ojos ni a través de los ojos, sino que mediante la prestidigitación de la voluntad nado a través de ojos, cabeza, brazos y piernas para explorar la curva de la visión. Veo a mi alredor, como la madre que en otro tiempo me llevó en su seno veía a la vuelta de las esquinas del tiempo. He roto el muro creado por el nacimiento y la línea del viaje es redonda y continua, uniforme como el ombligo. No hay forma, ni imagen, ni arquitectura, sólo vuelos concéntricos de pura locura. Soy la flecha de la substancialidad del sueño. Verifico volando. Anulo dejándome caer a tierra."
"En los intersticios del sueño, la vida intenta construir en vano, pero el andamio de la insensata lógica de la ciudad no sirve de apoyo."
"Ni aunque esté tramándose una revolución responderé. Siempre habrá una gachí o una revolución a la vuelta de la esquina, pero la madre qeu me llevó en su seno dobló más de una esquina y no respondió y, al final, se volvió y yo soy la respuesta. "
"Quizá sienta no haber podido llegar a ser americano. Quizás. Con mi fervor actual, que también es americano, estoy a punto de dar a luz a un edificio monstruoso, un rascacielos, pero que desaparecerá también, cuando desaparezca lo que produjo. Todo lo americano desaparecerá algún día, más completamente que lo griego, o lo romano, o lo egipcio. Ésta es una de las ideas que me hizo salir de la cálida y cómoda corriente sanguínea en que en un tiempo pastábamos todos en paz como búfalos. Una idea que me ha causado pena infinita, pues no pertenecer a algo duradero es la peor de las agonías. Pero no soy un búfalo ni deseo serlo. Ni siquiera soy un búfalo espiritual. Me he escabullido para reincorporarme a una corriente de conciencia más antigua, una raza anterior a a la de los búfalos"
Título?
Retiro, maní con chocolate. Juan Pablo y Bruno, ambos a sus respectivas casas. Yo, Olivia acá -está aburrida, estoy en Voltaire. Y todos los que no están, todos los que en su ausencia están.
JP, Bruno, Martín, mundo verde, Pedro, supervivencia, mota, Miller, médano, gigante, basura, no tirar, Fuego. Los niños que ya no son niños, la arena que ya no es arena. Los acantilados y sus derrumbes.
Año nuevo, vida vieja. Sol saliendo, nuevos colores, de vuelta mar, arena. Caminata. Quemaduras. Caparazón de cangrejo. Fluoxetina. Un tabaco, el cantobar, dónde está?... No hay onda, fuegos artificiales, fiesta, colarse, frío, mate, mate. Chica-que-nofue. Perros costeros. Mardel, Marpla. Sombrerito playero de Gaby, está todo bien.
Los silencios demoníacos. Lo solar divino. Las sociedades destructivas. Las supuestas desigualdades. Las soluciones divididas.
El juego de la pelota. El médano como problema. Lluvia.
Mirando las ondas, desde el deck. El mar, el amor al mar. Acantilados, el amor al abismo. La primera excursión en mi ausencia. Ese día, yo corría las olas con el pecho y miraba a las nenas en la playa... Ellos caminaban por los senderos dietilamidas, médanos-moebius, y las luces que se filtraban. Y la luna que no paraba.
Bajos las estrellan vomitaban los silenos...
Hoy vengo, luego del viaje de las señales... ya confeso. Ya preparado, arrepentido y no arrepentido, purgado. Sublimado, semi-sanado. Catartico viaje. Las trompetas que dejaron de sonar.
Las mentiras sólo se transforman en energía estéril. En carne de novillo a la parrilla. El novillo, ese ser castrado. La mentira, y la castración. Despertate...
Segunda Excursión. Caminando en contra del viento.
Dolores de los fantásmas. Las escaleras del abismo, respirando en ritmos: el fuego y el mar, sólo un elemento. Repetición y vida.
Desde el regreso hacia la partida... energías renovadas.
Proximamente, nuevas revelaciones.