martes, 10 de julio de 2007

Sobre la espera de un llamado que nunca llega.

Porque confio -lleno de esperanzas, pobre idiota- que un dia llegara una especie de salvadora mesianica que me dara todo el puto amor que necesito... Pero bueno, la nieve llego para llevarse los problemas, y asi como limpia, tambien me distrae de mis fantasmas y de las recriminaciones sin sentido y de la angustia. Tenia que verlo a Ricardo a las 1700 horas. Llegue media hora tarde para enterarme que me habia esperado y que se habia ido. Baje por el ascensor, abri el paquete de facturas. Me comi la media docena de medialunas -todavia calientes- y con la panza llena decidi salir a caminar bajo la nieve con el anorak y su capucha que me tapaba la ceja lastimada. Caminaba por Buenos Aires; nevaba, increible, y los copos caian ante los ojos de los locos habitantes llenos de emocion por ver algo que, pareciera ser que solo ocurre en la tele. Me compre un Tia Maria, y asi: despejando cada tanto la nieve que se alojaba en mis hombros y capucha, y remojando la tristeza entre sorbo y sorbo de Tia Maria me fume el ultimo porro a Finisterre. Creo que me sentia un especie de vagabundo feliz, o algo asi.

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