domingo, 19 de agosto de 2007

Vida/s en/entre el/los pliegue/s.

Por suerte encontre el libro de Michaux, tio demasiado real como para ser real. En La vida en los pliegues (1949) mi tio mas querido cuenta sobre Los deseos satisfechos:

"...//En la vida nunca realizamos lo que queremos. Si por un feliz asesinato hubieras suprimido a tus cinco enemigos, seguirian causandote molestias. Y es el colmo, tratandose de muertos para cuyas muertes uno se ha tomado tanto trabajo. Pues siempre hay en la ejecucion algo que no ha resultado perfecto, mientras que a mi modo de puedo matarlo dos veces, veinte veces y mas. Cada vez el mismo hombre me ofrece su boca aborrecida que le hundire entre los hombros hasta causarle la muerte y, una vez realizado ese crimen y el hombre ya enfriado, si algun detalle me molesto, lo levanto en el acto y vuelvo a asesinarlo con los retoques apropiados.//Por eso en realidad, como suele decirse, no le hago mal a nadie; ni siquiera a mis enemigos.//..."

No mas palabras sobre el desenlace de la oruga en la crisalida de la ortodoxia. Por momentos me siento aliviado. Ah... me estaba olvidando de la plata. Plata, plata... como apareceras otra vez? bajo que castigo divino me engañaras?

Ahora, si las alas de la mariposa son fuertes intentaremos volar lejos, alto? no: el sol nos puede derretir. Tan cerca, tan lejos. El vuelo como un algoritmo. Los sonidos de la flauta como proporciones, la copa de un arbol predecible, el rizoma del cañaveral como la verdadera profecia.

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